EN DEFENSA DEL ELECTOR.
Ahora que ya se penaliza la llamada publicidad engañosa, y que reciben distinciones programas radiales de defensa del consumidor, creo que sería interesante que se levantaran voces en defensa del elector.
Estamos de acuerdo que la competencia es importante y hasta indispensable para mejorar la calidad de los productos que se entregan a los mercados o a la sociedad, incluidos los productos políticos.
Pero estamos hablando de la competencia como el proceso de presentar las ventajas de una opción respecto de las demás, y no al hecho de dedicarse a destacar las desventajas del competidor.
También debemos recordar que entre la competencia aniquiladora, que busca eliminar al rival por todos los medios, debemos preferir la competencia de coexistencia, donde el respeto mutuo deviene en obligación civilizada.
En este contexto, es deplorable la tan manida guerra sucia y golpes bajos de la que hacen gala los contrincantes políticos. Con esa conducta contaminan el clima democrático, envenenan las conciencias y contribuyen a mantener actitudes de exclusión social. ¡Así, nada tienen que envidiar a las pandillas juveniles y a las barras bravas!.
La política, concebida como compromiso de servicio a la sociedad y de docencia cívica, tiene que mostrarnos en lo que dicen y hacen quienes participan en la actividad pública, un mínimo de respeto hacia la ciudadanía. Eso será la mejor manera de “refundar” la política.
Que bueno que se haya superado la época en que los candidatos No creían necesario presentar sus planes de gobierno; en esta campaña electoral más de la mitad de las organizaciones políticas que pretenden gobernarnos han publicados sus propuestas.
Ahora falta que todos los candidatos acepten, de buena gana, la importancia de esclarecer la viabilidad de sus propuestas de gobierno, tanto desde el punto de vista técnico así como político, social y ético.
Y es que al margen de los cálculos electoreros que aconsejan los estrategas del marketing, exclusivamente por respeto a los electores, los candidatos deben asumir su responsabilidad política de debatir sus planteamientos en los medios masivos de comunicación, de manera más alturada y didáctica. No se trata de armar espectáculos periodísticos, sino de saber por qué y por quién votaremos.
El escamotear esta responsabilidad de transparencia política, significaría, además de un gesto de soberbia, la más palmaría burla a los electores, por parte de quienes dicen estar a su servicio.
Por: Eduardo Lastra D.
Presidente del Instituto Latinoamericano de Desarrollo Empresarial, ILADE
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