El Valle del Javarí, la última frontera indígena de la Amazonía
Los defensores de los indígenas suelen recordarlo: los últimos pueblos no contactados de la Amazonía no son reliquias o vestigios de un viejo mundo, son nuestros contemporáneos y una parte esencial de la diversidad de la especie humana.
Los defensores de los indígenas suelen recordarlo: los últimos pueblos no contactados de la Amazonía no son reliquias o vestigios de un viejo mundo, son nuestros contemporáneos y una parte esencial de la diversidad de la especie humana.
El fascinante Valle del Javarí, amplia extensión de selva impenetrable en el noroeste de Brasil, es conocido como uno de los últimos refugios del planeta de estos pueblos no contactados.
Habría más bien que hablar de comunidades en aislamiento voluntario, según la ONG Survival International. Porque estos indígenas ya han tenido interacción con la civilización moderna, pero rechazan todo contacto prolongado y eligieron seguir aislados en la profundidad del bosque.
"No sabemos mucho de ellos. Salvo que rechazaron todo contacto, muchas veces luego de horribles violencias (de las que fueron víctimas), de enfermedades introducidas por extranjeros" desde el boom del caucho, durante el cual miles de ellos fueron esclavizados y matados, explica Survival.
Las imágenes aéreas de algunos de estos indígenas semidesnudos, estupefactos, con armas en la mano en un campamento perdido en la inmensidad de la selva, dieron la vuelta al mundo.
"Las pocas veces en que fueron vistos o hallados, claramente hicieron saber que querían que les dejaran tranquilos", según Survival International. "A veces, reaccionan de manera agresiva (...) o dejan señales en el bosque para advertir a los extranjeros de que no se acerquen".
Segunda mayor reserva indígena de Brasil, el Valle del Javarí, en el estado de Amazonas, se extiende sobre 8,5 millones de hectáreas, un superficie similar a la de Portugal.
Esta tierra indígena se creó en 2001 y supuso el desalojo de poblaciones de pioneros y colonos, muchas veces mestizos, que desde entonces albergan un fuerte resentimiento hacia los indígenas.
Una vez expulsados, los colonos se instalaron en Atalaia do Norte y Benjamín Constant, en la entrada del Javarí. La comunidad, conocida como "ribeirinhos" se considera propietaria legítima del valle y de sus riquezas, y aún siguen entrando ilegalmente para pescar, talar árboles y cazar.
- Secuestro -
Alrededor de 6.300 indígenas viven en el Valle del Javarí, entre ellos siete "pueblos" que pertenecen a dos grupos lingüísticos distintos (pano y katukina), así como 19 grupos aislados por la Fundación nacional de Poblaciones Indígenas (Funai) brasileña, encargada de la protección de estas poblaciones.
Los que fueron contactados hace más tiempo son los marubo, matsés, matis, kanamari, kulin y pano. Los korubo (famosos por sus garrotes rompe-cabezas) y los tsohom-dyapa fueron contactados más recientemente por el mundo exterior.
Los últimos aislados son nómadas y son familias numerosas que mueven sus campamentos con las temporadas y la caza. A veces dejan voluntariamente señales de su presencia y roban regularmente ropa, utensilios para comer...
Sobre ellos se ciernen todo tipo de amenazas, empezando por las invasiones y la codicia de las inmensas riquezas que esconden este territorio de selvas y ríos casi vírgenes. Pescadores, cazadores, mineros, madereros, narcos... y ni hablar de los misioneros evangélicos, a menudo estadounidenses, coreanos y brasileños, que, en nombre de "la cruzada divina", están literalmente obsesionados con la idea de cristianizar a las últimas "almas puras" del planeta.
Varias comunidades indígenas fueron dispersadas tras el primer contacto con enfermedades, como los matis, que rozaron la extinción por la neumonía.
Las relaciones entre estos pueblos a veces son violentas. Los matsés prácticamente eliminaron a los kulinas.
La tradición del secuestro de niñas y de adolescentes (para regenerar la sangre del grupo) perdura también en los grupos aislados, incluso en las comunidades contactadas. Un kanamari contó a la AFP el rapto reciente por korubos de un niño, que finalmente pudo escaparse.
La Funai y el ejército son las dos únicas autoridades gubernamentales en el Javarí. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro fomentó de facto la invasión y explotación de las riquezas de este territorio indígena al debilitar la estructura de la Funai durante su mandato.
Desde la elección de Lula a finales de 2022, el gobierno promete proteger mejor el valle, pero tanto la Funai como el ejército siguen teniendo una presencia insuficiente, según la Univaja, organización autóctona.
El doble homicidio en junio de 2022 por pescadores del indigenista Bruno Pereira y del periodista británico Dom Phillips atrajo la atención sobre este rincón del mundo olvidado. Pero las invasiones y la violencia persisten, en particular las amenazas de muerte contra indígenas y defensores de sus derechos.
A principios de marzo, una delegación gubernamental brasileña viajó al Javarí, acompañada de las viudas de Dom y Bruno, y prometió "restablecer la presencia del gobierno" en el lugar. "No es posible que los indígenas sigan siendo intimidados y atemorizados en sus propios territorios".
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