Desde Brumadinho (Brasil) (AFP)

En Brumadinho, un torrente de lodo y montañas de dolor

La sala de atención a los familiares de víctimas de la rotura del dique minero de Brumadinho, en el sudeste de Brasil, se agita y rápidamente se forman filas frente a las listas actualizadas de desaparecidos.

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Familiares de las víctimas de la rotura del dique minero en Brumadinho esperan por información, el 26 de enero de 2019 - AFP/AFP
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La sala de atención a los familiares de víctimas de la rotura del dique minero de Brumadinho, en el sudeste de Brasil, se agita y rápidamente se forman filas frente a las listas actualizadas de desaparecidos.

Una mujer joven sale llorando, diciendo "no" con la cabeza a personas de su familia que la acompañan.

Son días y horas de espera febril desde la tragedia del viernes, "para tener noticias", como los presentes dicen púdicamente. Los últimos balances hablan de 37 muertos y casi 300 desaparecidos.

En la sala, decenas de personas con los ojos traslúcidos de lágrimas o con la mirada perdida en el vacío se aferran a sus esperanzas. Los voluntarios que los reciben se ven rápidamente desbordados por esas montañas de dolor.

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Una casa es vista por sobre la marea de lodo tras la ruptura de un dique minero en Brumadinho, Brasil, el 26 de enero de 2019 (AFP/AFP)

Shirley Corera Santos, de 39 años, debía celebrar el 2 de febrero el primer aniversario de un casamiento con Josué da Oliveira da Silva.

Pero dejó de tener cualquier noticia de él después de que un dique de contención de la mina Córrego de Feijao, del grupo Vale, se desmoronó liberando una poderosa riada de lodo negruzco que inundó la región antes de petrificarse.

Shirley ignora cuándo y dónde desapareció Josué, que después de haber trabajado varios meses en Rio de Janeiro había vuelto la semana pasada a su hogar.

Su marido, cuenta, había olvidado ese día su teléfono celular, y ella estaba en Bahía (nordeste).

"Nos hablábamos todo el tiempo y cuando no podía contestar el teléfono, me llamaba siempre después", cuenta a la AFP, estallando en llantos.

"Creo que aparecerá. En este momento no tengo la intención de buscar culpables. Mi intención es obtener respuestas", afirma.

Rosilena Maria Felipe, de 47 años, se aferra también a la esperanza de ver "aparecer" a su primo Weslei Antonio das Chagas.

"Estamos seguros de que Weslei está vivo. Nos quedaremos aquí hasta obtener una respuesta, declara Rosilena, que se siente alentada por el hecho de que la mensajería del celular de su primo sigue activa.

- "Benévola Vale" -

Súbitamente, los familiares de los desaparecidos forman una ronda y rezan juntos, con los ojos cerrados o dirigidos al cielo y una mano en el corazón. Algunos lloran y otros los consuelan con los cálidos abrazos de los brasileños.

Se habla mucho de Dios y los evangélicos están presentes.

"Hay mucha emoción y sufrimiento aquí. Pero por el momento la gente muestra fortaleza", dice un voluntario, que prefiere mantenerse anónimo.

José Alvez Pereira vino desde Belo Horizonte (la capital de Minas Gerais, a 60 kilómetros) para apoyar a su hermana, desesperada por la desaparición de su marido.

Desde el viernes, "la lista ya se actualizó tres veces, pero [su cuñado] sigue desaparecido", cuenta.

Los voluntarios llevan colgado del cuello un cartel que indica su especialidad: "Asistente social", "Psicólogo" o sencillamente "Puedo ayudarte".

Hay incluso una "Benévola Vale", el grupo minero que carga con una maldición en la región, donde en noviembre de 2015 la ruptura de otro de sus diques, en el municipio de Mariana, dejó 19 muertos y tuvo un impacto ambiental devastador.

En un local cercano, con sala de ocio junto a una piscina, Vale organiza la solidaridad material. La empresa indicó que hasta el sábado por la noche había distribuido un millón de litros de agua potable y que puso a disposición instalaciones para alojar a 800 personas. También movilizó 40 ambulancias y un helicóptero para apoyar las labores de rescate.

Batallones de jóvenes se desplazan rápidamente cargando bidones de agua, ropa, jabones y productos de limpieza para quienes perdieron sus casas bajo el aluvión de barro.



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