Incluso apagado, el volcán de La Palma sigue seduciendo a los turistas
Teodoro González asciende por un bosque con el suelo cubierto de cenizas negras hacia el volcán de La Palma. Es como caminar por la superficie de un planeta nuevo, describe este visitante, un año después de la erupción que destruyó parte de esta pequeña isla atlántica.
Teodoro González asciende por un bosque con el suelo cubierto de cenizas negras hacia el volcán de La Palma. "Es como caminar por la superficie de un planeta nuevo", describe este visitante, un año después de la erupción que destruyó parte de esta pequeña isla atlántica.
Cuando el Cumbre Vieja, ahora bautizado como Tajogaite, comenzó su actividad el 19 de septiembre de 2021, este enfermero de 54 años ya vino en cuanto pudo a La Palma para ver con sus propios ojos aquellas impresionantes coladas ardientes de lava.
"Visitar un volcán de reciente erupción es una oportunidad que se presenta una vez la vida", explica este hombre residente en la vecina Tenerife, la mayor de la islas de este archipiélago español situado frente a la costa noroeste de África.
Desde la erupción del Tajogaite, que finalizó oficialmente el 25 de diciembre, se disparó el interés por conocer La Palma, una de las islas menos visitadas de este turístico archipiélago.
La ocupación hotelera en la isla alcanzó el 90,9% en agosto, muy por encima de las expectativas, gracias principalmente a los visitantes llegados desde otros puntos de España, según la asociación hotelera ASHOTEL.
"Antes del volcán nos costaba dar a conocer" la isla, explica a la AFP su vicepresidente, Carlos García.
"El volcán ha sido por una parte una desgracia, un palo tremendo para la economía de la isla, pero por otro lado La Palma se conoce ahora en la mitad del planeta", indica.
A pesar de que las imágenes que recorrieron el mundo durante los 85 días que duró la erupción se centraban en la destrucción causada por el volcán, en aquellos numerosos reportajes aparecía también la belleza de esta isla menuda y poco conocida, despertando el apetito de los turistas.
- Lo más cerca posible -
Con el sobrenombre de "la isla bonita", La Palma conserva una cuidada exuberancia natural que incluye espesos bosques verdes, picos rocosos e incluso un desierto. Toda su superficie está declarada como reserva de la biosfera por la Unesco.
Desde hace un año, sin embargo, ha crecido la cantidad de cruceros que paran aquí, así como los vuelos que la conectan directamente con la España peninsular y otros puntos de Europa.
El negocio también está creciendo para las empresas que ofrecen viajes diarios en ferry desde Tenerife, la más visitada de las islas Canarias.
Excursiones Jesús, con base en Tenerife, oferta ahora tres veces por semana el tour que por 135 euros permite pasar 11 horas en La Palma. Antes del volcán sólo lo hacía una vez cada siete días.
"La gente quiere acercarse el máximo posible a donde hubo la erupción", cuenta Jesús Molina, fundador de la empresa, a la AFP.
La ceniza y los viscosos ríos de lava se tragaron más de 1.000 casas, cortaron carreteras y asfixiaron las exuberantes plantaciones de bananas durante la erupción.
Un año después, pequeños grupos de turistas fotografían las excavadoras que sacan los bloques gigantes de lava seca del centro del municipio de La Laguna, donde aquella masa imparable sepultó una gasolinera, un supermercado y un campo de fútbol.
"Es terrible ver que todo está destrozado, pero es interesante ver cómo la tierra está viva", indica Rita Ley, una jubilada alemana de 59 años que ya conocía La Palma, pero que quiso volver para comprobar cómo había quedado la isla tras la erupción.
- Promoción -
El gobierno considera el turismo como un factor clave para recuperar la economía de la isla.
La administración ha potenciado la promoción turística de La Palma, además de repartir 20.000 bonos de viaje de 250 euros para personas residentes en España, que pueden ser usados en hoteles y restaurantes de la isla.
Para atraer más turistas, las autoridades inauguraron también una tirolina y un centro para visitantes en el observatorio astronómico del Roque de los Muchachos, al tiempo que ayudan a restaurar la infraestructura perdida.
Unas 3.000 de las 8.000 camas turísticas de La Palma fueron destruidas por la erupción, o están situadas en áreas que siguen clausuradas por la presencia de niveles peligrosos de gases volcánicos, especialmente en Puerto Naos, en la costa suroeste.
Como en La Palma, Islandia o Hawái también vieron aumentar el número de turistas tras registrar erupciones volcánicas, pero el interés de los visitantes acabó descendiendo con el tiempo.
Y en la isla canaria algunos auguran que les ocurrirá algo similar.
"Dentro de un par de años ya no estará tan fresco en la memoria de la gente", augura Jonas Pérez, fundador de Isla Bonita Tours.
"Ya no va a ser tan popular, será un destino más", agrega.
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