Desde Bagdad (AFP)

Policías y dueños de restaurantes negocian el toque de queda anticovid en Irak

A pesar de la llegada de la noche, Seif y sus empleados siguen atendiendo a clientes. En Irak, el toque de queda contra el coronavirus se elude alegremente ya que las fuerzas de seguridad se ofrecen rápidamente a cerrar los ojos a cambio de sobornos.

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Una ciclista, el 9 de abril de 2021 en Bagdad, la capital iraquí, durante el confinamiento por el covid-19 - AFP/AFP/Archivos
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A pesar de la llegada de la noche, Seif y sus empleados siguen atendiendo a clientes. En Irak, el toque de queda contra el coronavirus se elude alegremente ya que las fuerzas de seguridad se ofrecen rápidamente a cerrar los ojos a cambio de sobornos.

Después de seis meses de cierre en 2020, Seif, que se niega a revelar su apellido y el nombre de su restaurante por miedo a represalias, decidió hacer lo mismo que muchos de sus vecinos en Karrada, en el centro de Bagdad.

"Las diferentes fuerzas del orden desplegadas en el barrio nos chantajean", asegura a la AFP, haciendo referencia al toque de queda entre las 21H00 y las 5H00, impuesto por el gobierno.

Los dueños de restaurantes y cafeterías, al igual que 65% de las pequeñas y medianas empresas de Irak, vieron cómo disminuyeron sus ingresos con el primer confinamiento de la primavera de 2020 y cedieron rápidamente al chantaje.

Según las Naciones Unidas, estas empresas tuvieron que despedir 25% de sus empleados y no recibieron ninguna ayuda del Estado, que a su vez se encuentra abrumado porque obtiene la casi totalidad de sus ingresos del petróleo, cuyo precio se vio muy afectado por la crisis sanitaria.

Ziad, que dirige una cafetería en la histórica calle de los restaurantes de la juventud dorada de Bagdad, intentó resistirse.

"Pero no veo por qué yo sería el único al que se aplica la ley. Todos los cafés y restaurantes de los alrededores pagan sobornos y permanecen abiertos, así que hice lo mismo que ellos", cuenta a la AFP.

En un país que oficialmente cuenta con 22.000 restaurantes y cafés, y seguramente muchos más que operan sin licencia, Abu Mohamed tiene un problema ya que todavía no encontró a quién pagar el soborno.

"Veo pasar a un agente de la seguridad nacional, a otro de la policía-seguridad o de la policía federal y a otro del servicio de inteligencia y no sé si, pagando a uno de ellos, los demás se olvidarán de mí o pedirán su parte", dijo a la AFP.

- Corrupción piramidal -

Los dueños de cabarés y otras salas de juegos también abren todas las noches -con taquillas agotadas a pesar de las restricciones gubernamentales que preconizan una capacidad máxima en cualquier lugar cerrado-, gracias a los mismos sobres deslizados en los bolsillos de los uniformes.

Para ellos, estos gastos se añaden a una larga lista. "Normalmente, pagamos un diezmo a grupos armados por nuestra protección y ahora tenemos que pagar a las fuerzas de seguridad para permanecer abiertos", explica un propietario de cabaré a la AFP.

Nadie se niega a pagar porque, con frecuencia, las explosiones se dirigen contra tiendas de licores o cabarés y la razón de estos ataques de los grupos armados -a menudo vinculados con facciones y partidos establecidos desde hace años- es el ajuste de cuentas a los malos pagadores.

Respecto a los policías y otros soldados, suelen afirmar que no son más que un engranaje en un sistema de corrupción piramidal.

Un alto mando militar de Bagdad confirmó a la AFP que ya trasladó oficiales por actos de corrupción, pero afirma que es difícil comprender realmente el fenómeno, ya que "los dueños de restaurantes y cafeterías que presentan denuncias son raros".

Porque todo el mundo se beneficia en un país en crisis económica, donde el confinamiento duplicó la tasa de pobreza hasta alcanzar 40% actualmente.



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