Desde El Tambo (Colombia) (AFP)

Sequía preocupa en Nariño cuna de uno de los mejores cafés del mundo

La fuerte sequía en Colombia, provocada por el fenómeno climático El Niño, preocupa a los caficultores de Nariño, el montañoso departamento del suroeste del país considerado cuna de uno de los mejores cafés del mundo.

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Recolector de café en el departamento de Risaralda en Colombia en agosto de 2011 - AFP/AFP/Archivos
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La fuerte sequía en Colombia, provocada por el fenómeno climático El Niño, preocupa a los caficultores de Nariño, el montañoso departamento del suroeste del país considerado cuna de uno de los mejores cafés del mundo.

"Está a punto de perderse la cosecha. Estamos desesperados todos los campesinos. Todos estamos en un completo desespero", dice a la AFP Raúl Fajardo desde su finca La Tola, en el municipio El Tambo, una de las tantas dedicada a la caficultura en las faldas del volcán Galeras, en el norte de Nariño.

Fajardo, que tiene cuatro de sus siete hectáreas sembradas de café, observa con inquietud las plantas, que estresadas por la escasez de lluvia han florecido, pero a falta de agua podrían no producir el grano tan apreciado internacionalmente por su suavidad, aroma y sabor.

"Ya va para seis meses, y pronostican cinco meses más. Nos acabaría a los campesinos de esta región", apunta este hombre curtido por el sol del trópico, donde, a 1.800 metros de altura, el café alcanza una alta calidad, certificada con denominación de origen.

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Un campesino arroja granos de café sobre una calle de Medellín el 20 de agosto de 2013 (AFP/AFP/Archivos)

Para Fajardo, como para otros caficultores de esa zona de los Andes colombianos, "el mejor café de Colombia es el de Nariño".

"Tenemos más horas de sol y por eso hay mayor concentración de azúcares en el grano", explica Eduardo Salas, un productor vecino.

Pero cultivarlo es un reto creciente ante las condiciones climáticas adversas, entre otras dificultades, como la contaminación ambiental por quemas indiscriminadas y el encarecimiento de los abonos.

Colombia atraviesa una fuerte sequía, que según las autoridades se endurecerá a partir de diciembre y podría extenderse hasta junio debido al fenómeno El Niño, por el cual el recalentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial causa una disminución de las lluvias en Sudamérica.

"Lo peor está por venir. Los meses más críticos serán diciembre, enero y febrero", dijo este miércoles el ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, al ampliar de marzo a junio las previsiones del efecto de este fenómeno.

Según el estatal Instituto de Hidrología, Meteorología y estudios Ambientales (Ideam), hay regiones que están sufriendo un déficit de precipitación cercano al 60%, entre ellas la andina.

- "Muy golpeados" -

"Estamos muy golpeados por este largo verano", como se conoce en el trópico a la estación sin lluvias, dice Gilberto Díaz, otro caficultor del municipio El Tambo, con 30 años de experiencia en el sector.

"Por aquí son fincas de unas pocas hectáreas. Todo es muy artesanal y no hay sistemas de riego instalados. Toca subir el agua de las quebradas. Y queda muy poca", señala.

Nury Díaz, vecina de la vereda La Espada, es una de las muchas mujeres productoras de café en Nariño. "Si no nos cae agua va a estar muy grave este año", apunta.

Como otras campesinas de la zona, esta jefa de hogar se encarga de todos los aspectos del cultivo: siembra, abona, cosecha, lava, seca, despulpa, escoge, embolsa y comercializa el café que planta en apenas una hectárea de tierra.

"El café es esclavizante", añade Mayerli Diez, consciente, como todos allí, de la falta de recambio generacional ante la percepción de que "en el campo no hay futuro".

"La gente joven ya no quiere saber nada del campo. Ya es muy poquita la gente que quiere quedarse. La mayoría se está saliendo a engrosar las ciudades", afirma Fajardo.

En Nariño, donde los cultivos ilícitos de coca destacan como parches color esmeralda en la secas montañas, dedicarse al café es mucho menos rentable que ser cocalero. Pero es más seguro.

"Con el café se trabaja a tablas, pero se vive con más tranquilidad", opina Vladimir España, de la finca El Cidral.



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