Desde Al Amadiya (Irak) (AFP)
Triste temporada turística en el Kurdistán iraquí confinado
Normalmente, en esta época el restaurante de Ahmed Hazem está repleto. Pero este año, con la pandemia de covid-19 y el confinamiento general en Irak, este restaurador kurdo apenas acoge a un puñado de clientes locales.
26 de junio de 2020

Una tienda de Shaqlawah, en el Kurdistán iraquí, en una imagen del 25 de junio de 2020 - AFP/AFP
Normalmente, en esta época el restaurante de Ahmed Hazem está repleto. Pero este año, con la pandemia de covid-19 y el confinamiento general en Irak, este restaurador kurdo apenas acoge a un puñado de clientes locales.
"Todo está vacío. Con las carreteras cortadas, ningún turista puede llegar hasta aquí", se lamenta Ahmed Hazem, de unos 40 años, con el rostro bruñido por el sol, en medio de sillas rojas que acaba de sacar, esperando revivir la buena temporada pasada.
Pero el restaurante "Ochawa", en la localidad de Al Amadiya en Kurdistán, región autónoma del norte de Irak, luce vacío.
Normalmente, desde la primavera al otoño, cuando el calor se vuelve insoportable en el sur del país, las familias iraquíes vienen a descansar a las montañas kurdas del norte, entre restaurantes, bares y chalets al borde del lago.

En 2019, según Nazif Mohamed Ali, jefe del turismo de al Amadiya, ubicado en la provincia de Duhok en los confines de Irak, Turquía y Siria, llegaron unos 200.000 visitantes.
Pero este año "no ha venido nadie".
- 0% -
Precisamente al inicio de la temporada, a mediados de marzo, el Kurdistán fue el primero en decretar el confinamiento total en el país, que cuenta con 40.000 casos y 1.500 fallecidos, de ellos 5.000 infectados y 150 decesos en Kurdistán.
Las tres provincias kurdas cerraron sus fronteras, se cortaron carreteras y se clausuraron hoteles y restaurantes para evitar la propagación del virus.
La cifra total de visitantes --casi todos iraquíes del centro o del sur árabe del país-- ha pasado de 1,7 millones a casi cero.
Durante la última década, hoteles, restaurantes y centros de vacaciones han proliferado en el Kurdistán iraquí, creando empleo y riqueza en un país donde el desempleo y la pobreza son galopantes.
Hoy, el Kurdistán iraquí se enorgullece de contar con miles de sitios arqueológicos, culturales, religiosos o naturales. La Liga de restauradores de la región cuenta con 868 hoteles o pensiones, que emplean a 8.500 personas.
Pero este año "su índice de ocupación es de 0%" dice la Liga y la mayoría de sus empleados están sin trabajo.
- Sin ingresos -
Cuando el toque de queda no es total, los restaurantes pueden abrir pero están solamente al "50% de su capacidad", solo con clientes locales que vienen el fin de semana, agrega el número dos de la Liga, Chaker Aziz, con la consiguiente pérdida de ingresos.
En 2019, el sector del turismo inyectó cerca de 1.500 millones de dólares en la economía de Kurdistán, recuerda Nader Rusti, portavoz de la Autoridad del turismo.
Este año las cifras se anuncian catastróficas, agravadas por el hundimiento de los precios del petróleo --principal ingreso de Irak-- lo que hace que el gobierno kurdo, en dificultades financieras, haya dejado de pagar los sueldos de sus funcionarios desde hace meses.
Además, cada mes el ejecutivo local debe pagar a las compañías extranjeras que extraen, procesan y exportan en su nombre su petróleo. Y desde abril, se ha visto obligado por la OPEP a reducir en un tercio su producción, precisamente para sostener los precios internacionales.
Asimismo, el Kurdistán debe reembolsar a los bancos con los que se ha endeudado para pagar a sus suministradores de electricidad, tanto en el resto de Irak como en el extranjero, una deuda total que se eleva a 27.000 millones de dólares (24.000 millones de euros), según el primer ministro Masrur Barzani.