Desde París (AFP)

Virtudes y riesgos de la energía nuclear contra el cambio climático

Partidarios y adversarios de la energía nuclear confrontan sus argumentos para saber si el átomo puede contarse entre las herramientas de lucha contra el cambio climático o si, debido a sus riesgos, el remedio puede resultar peor que la enfermedad.

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Planta nuclear en Civaux en Francia el 22 de septiembre de 2015 - AFP/AFP/Archivos
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Partidarios y adversarios de la energía nuclear confrontan sus argumentos para saber si el átomo puede contarse entre las herramientas de lucha contra el cambio climático o si, debido a sus riesgos, el remedio puede resultar peor que la enfermedad.

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), parcialmente responsables del calentamiento global, provienen en un 35% de la producción de energía, y en un 25% únicamente de la generación de electricidad.

La energía nuclear, contrariamente a las centrales que funcionan con carbón, petróleo o gas, genera electricidad sin emitir dióxido de carbono (CO2). Emite en cambio CO2 de manera indirecta (al igual que las energías fotovoltaica y eólica) a lo largo de su ciclo de vida, sobre todo en el proceso de extracción de uranio que le sirve de combustible y en la construcción de los reactores.

Calculando todo eso, la energía nuclear emite 16 gramos de CO2 por kilovatio-hora, un promedio equivalente al de la energía éolica y muy inferior al de las energías fósiles, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

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Yukiya Amano, director general de la AIEA, en rueda de prensa en Manila el 7 de diciembre de 2015 (AFP/AFP)

Ese panel científico incluye al sector nuclear, al igual que las energías renovables, en la lista de fuentes de energía con bajo carbono que hacia 2050 deberían generar el 80% de la electricidad mundial, frente a 30% actualmente, para alcanzar la meta de limitar el calentamiento global a un máximo de 2º centígrados.

El IPCC comprueba sin embargo que la energía nuclear se halla en retroceso, dado que en 2012 no representaba más que el 11% de la producción de electricidad, frente a 17% en 1993.

- El espectro de Fukushima -

La Agencia internacional de la Energía (AIE), que representa los intereses energéticos de la OCDE (países industrializados), alega que el sector nuclear constituye "una de las fuentes de energía de bajo carbono más importantes del mundo", dado que "una central nuclear de importancia media produce tanto como 4.000 eólicas".

Esas posiciones le permiten al sector nuclear reclamar un "acceso a los mecanismos de financiación climática, como los Fondos Verdes", que deberían consolidarse en las actuales negociaciones de París sobre el clima (COP21).

Argumentos que son cuestionados por las organizaciones no gubernamentales (ONG) ecologistas.

Un informe de la consultora WISE-Paris, encargado por Greenpeace y otras ONG, sostiene en particular que cualquier ventaja aparente de la energía nuclear pierde legitimidad debido a los riesgos que comporta su explotación.

Y citan en particular la catástrofe nuclear de 2011 en Fukushima, en el noreste de Japón, después de la cual una potencia como Alemania decidió abandonar la energía nuclear.

El informe acusa además a la industria nuclear de exagerar la contribución del átomo en la lucha contra el calentamiento global, usando dos "tergiversaciones".

La primera consiste en afirmar que el sector nuclear no emite CO2, pese a que sí lo hace si se tiene encuenta su ciclo completo de vida.

Y la segunda reside en comparar las emisiones de la energía nuclear con las de fuentes más contaminantes como el carbón, y no con las que producirían las energías renovables.

Ardides gracias a los cuales el átomo cobra la apariencia de una energía particularmente limpia, en tanto que "el kilovatio-hora reemplazado por la energía nuclear parece contener mucho más carbono que en la realidad", subraya el informe.



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