Virtudes y riesgos de la energÃa nuclear contra el cambio climático
Partidarios y adversarios de la energÃa nuclear confrontan sus argumentos para saber si el átomo puede contarse entre las herramientas de lucha contra el cambio climático o si, debido a sus riesgos, el remedio puede resultar peor que la enfermedad.

Partidarios y adversarios de la energÃa nuclear confrontan sus argumentos para saber si el átomo puede contarse entre las herramientas de lucha contra el cambio climático o si, debido a sus riesgos, el remedio puede resultar peor que la enfermedad.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), parcialmente responsables del calentamiento global, provienen en un 35% de la producción de energÃa, y en un 25% únicamente de la generación de electricidad.
La energÃa nuclear, contrariamente a las centrales que funcionan con carbón, petróleo o gas, genera electricidad sin emitir dióxido de carbono (CO2). Emite en cambio CO2 de manera indirecta (al igual que las energÃas fotovoltaica y eólica) a lo largo de su ciclo de vida, sobre todo en el proceso de extracción de uranio que le sirve de combustible y en la construcción de los reactores.
Calculando todo eso, la energÃa nuclear emite 16 gramos de CO2 por kilovatio-hora, un promedio equivalente al de la energÃa éolica y muy inferior al de las energÃas fósiles, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Ese panel cientÃfico incluye al sector nuclear, al igual que las energÃas renovables, en la lista de fuentes de energÃa con bajo carbono que hacia 2050 deberÃan generar el 80% de la electricidad mundial, frente a 30% actualmente, para alcanzar la meta de limitar el calentamiento global a un máximo de 2º centÃgrados.
El IPCC comprueba sin embargo que la energÃa nuclear se halla en retroceso, dado que en 2012 no representaba más que el 11% de la producción de electricidad, frente a 17% en 1993.
- El espectro de Fukushima -
La Agencia internacional de la EnergÃa (AIE), que representa los intereses energéticos de la OCDE (paÃses industrializados), alega que el sector nuclear constituye "una de las fuentes de energÃa de bajo carbono más importantes del mundo", dado que "una central nuclear de importancia media produce tanto como 4.000 eólicas".
Esas posiciones le permiten al sector nuclear reclamar un "acceso a los mecanismos de financiación climática, como los Fondos Verdes", que deberÃan consolidarse en las actuales negociaciones de ParÃs sobre el clima (COP21).
Argumentos que son cuestionados por las organizaciones no gubernamentales (ONG) ecologistas.
Un informe de la consultora WISE-Paris, encargado por Greenpeace y otras ONG, sostiene en particular que cualquier ventaja aparente de la energÃa nuclear pierde legitimidad debido a los riesgos que comporta su explotación.
Y citan en particular la catástrofe nuclear de 2011 en Fukushima, en el noreste de Japón, después de la cual una potencia como Alemania decidió abandonar la energÃa nuclear.
El informe acusa además a la industria nuclear de exagerar la contribución del átomo en la lucha contra el calentamiento global, usando dos "tergiversaciones".
La primera consiste en afirmar que el sector nuclear no emite CO2, pese a que sà lo hace si se tiene encuenta su ciclo completo de vida.
Y la segunda reside en comparar las emisiones de la energÃa nuclear con las de fuentes más contaminantes como el carbón, y no con las que producirÃan las energÃas renovables.
Ardides gracias a los cuales el átomo cobra la apariencia de una energÃa particularmente limpia, en tanto que "el kilovatio-hora reemplazado por la energÃa nuclear parece contener mucho más carbono que en la realidad", subraya el informe.

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