¿Qué es la resistencia bacteriana?

Resistencia bacteriana es un término que solemos escuchar ahora con mucha frecuencia, pero no terminamos de entender.

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Parte de la evolución de los seres vivos es resistir las injurias y los cambios que ocurren en el ambiente y esto lleva finalmente a la adaptación. Todos los seres vivos vamos cambiando con el ambiente y adaptándonos a él.
Cuando nos enfermamos, por una infección bacteriana, nuestro cuerpo reacciona a este ataque originándose un proceso inflamatorio que busca combatir las bacterias. También ocurre elevación de la temperatura del cuerpo o diarreas o tos o estornudos entre otros varios mecanismos de defensa. Algunas enfermedades pueden remitir solas, pero en muchos casos nuestro cuerpo requiere de sustancias que puedan combatir estas bacterias,  los antibióticos.
Los antibióticos son químicos naturales (como la penicilina) o producidos en laboratorios cuyo objetivo es combatir enfermedades infecciosas producidas por bacterias.  Los antibióticos que se usan actualmente son específicos para un grupo determinado de bacterias, tienen una vía aplicación, un tiempo de vida media, y una indicación precisa de administración en frecuencia y tiempo. Estos parámetros no son arbitrarios son el producto de muchas investigaciones previas y su cumplimiento o su incumplimiento tendrán que ver después en el desarrollo de resistencia bacteriana.
La resistencia bacteriana a antibióticos es la capacidad que tienen las bacterias de combatir y destruir los antibióticos que están destinados a eliminarlas, así se hacen cada vez más fuertes y difíciles de erradicar y resultan peligrosas pues originan infecciones tan fuertes como letales.
Las bacterias son seres vivos muy pequeños, que están en el ambiente, muchas de ellas viven dentro de nosotros y tienen funciones específicas en nuestro cuerpo como degradar algunos alimentos del intestino, servir de defensa en la piel o mucosas, etc.; a estas las llamaremos las “bacterias buenas”. Otras bacterias son las patógenas aquellas que al ingresar a nuestro cuerpo originarán enfermedades.
Cuando tomamos un antibiótico contra una bacteria patógena, este antibiótico debería ser lo más específico posible, para que el ataque sea solo contra esta bacteria y no afecte a nuestras bacterias buenas. Lamentablemente las bacterias buenas siempre se verán afectadas de alguna forma. Para determinar el tipo de bacteria que se va a atacar, se hacen exámenes previos, como cultivos.  Además hay un examen para saber a qué antibiótico es sensible la bacteria que se quiere eliminar y este examen se llama Antibiograma. Una vez que se tienen los resultados, el resultado del cultivo que ubica la bacteria, y el antibiograma que ubica el antibiótico que la mata, se puede tomar el antibiótico que corresponde.
Es importante que la toma del antibiótico sea por todo el tiempo que indique el médico y las tomas sean exactas, de no ser así, la bacteria patógena irá procesando el químico creando sustancias que destruyan el antibiótico y se habrá vuelto resistente, habremos creado una bacteria resistente al antibiótico y un caso más de resistencia bacteriana. Y ese antibiótico ingerido si no tiene efecto contra la bacteria patógena reaccionará contra nuestras bacterias buenas destruyéndolas.  Además esta bacteria patógena se dispersará contagiando a otras personas, pero al estar ya reforzada y ser resistente, es muy probable que los antibióticos administrados no hagan nada y esta nueva persona contagiada la pase muy mal.
El problema de la resistencia bacteriana es que en primer lugar, la bacteria patógena no morirá y seguirá atacándonos;  peor aún nosotros mismos la hacemos más fuerte y le damos todas las facilidades para que nos haga daño y cada vez tendremos menos armas químicas o antibióticos con que combatirla. Además que nos iremos quedando también sin las bacterias que conviven con nosotros y nos protegen.
La forma de prevenir la resistencia bacteriana es fácil, acá unos consejos.



  • No te automediques.

  • Nunca tomes antibióticos por una gripe, un dolor de garganta o un cuadro de diarrea, sin indicación médica. Los antibióticos no son antigripales, ni analgésicos ni antidiarreicos, recuerda esto.

  • Recuerda siempre a tu médico que te haga todos los estudios para saber que bacteria es la que te está atacando y que tengan la certeza de dar el antibiótico adecuado. Por ejemplo, si tienes molestias urinarias, deberías hacerte un examen de orina primero, luego si el problema detectado es una infección, debería hacerse un cultivo de orina o “urocultivo” y un antibiograma. Recién ahí se debería administrar el antibiótico.

  • Toma con mucha responsabilidad tus antibióticos, si la indicación es un comprimido cada 8 horas, establece un horario fijo por ejemplo, 6 am- 2pm - 10 pm, y si tu médico ha indicado por 7 días, toma tu antibiótico por todos los días indicados por el médico. Por lo general con el antibiótico adecuado las molestias se irán en los primeros días, pero eso no indica que todas las bacterias patógenas estén muertas. Termina siempre tu antibiótico como te lo indicó tu médico.

  • Aunque un familiar o un amigo haya tenido la misma infección y aparentemente por la misma bacteria, no siempre requieren el mismo antibiótico; las condiciones pueden ser distintas, consulta con tu médico.

  • Infórmate sobre los posibles efectos adversos del antibiótico, para que no te asustes y no abandones el tratamiento.

  • Una mujer embarazada, nunca debe tomar  antibióticos, ni ningún medicamento sin consultar. Hay antibióticos que le hacen daño al feto. Siempre debe acudir a un médico.


Por último, recuerda que la mejor prevención está en nuestras manos.
 




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