Respuesta Sexual del Cuerpo

Nuestro cuerpo reacciona sexualmente ante los estímulos eróticos. Se desencadenan respuestas fisiológicas, pero también mentales. El cerebro debe integrar los mensajes sensoriales con la imaginación para detonar la excitación y el orgasmo.

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Todos  sentimos los primeros impulsos sexuales en la adolescencia sin mediar mucha reflexión, o casi ninguna. En esta época reconocer y sentir el cuerpo se vuelve una devoción, más tarde vamos aprendiendo un poco de nuestro cuerpo y la performance mejora en la mayoría de los casos. Comprender cómo se producen algunas de las reacciones sexuales puede dar pistas para provocarlas con mayor eficacia.

Para que el cuerpo reaccione sexualmente, los estímulos eróticos no sólo deben ser físicos. Necesariamente el cerebro debe integrar los mensajes procedentes de la imaginación con las señales que transmite el cuerpo a través del sistema nervioso; luego de esta conjunción, se produce la excitación que desembocará más tarde en el orgasmo. Pero no se asuste, esto es más natural de lo que parece y generalmente lo hacemos instintivamente.

El deseo sexual es instinto al puro estilo del animal que somos, pero en el caso de los humanos esta expresión es también una refinada emoción vinculada a la satisfacción de los sentidos y al placer. La excitación sexual es la respuesta a la activación fisiológica provocada por el deseo, en la que también interviene una proyección subjetiva de placer, es decir, el resultado de nuestras motivaciones, vivencias y aprendizajes.

Entonces, la estimulación generada por el cuerpo y la imaginación o la combinación de ambas, provoca dos niveles de excitación. Una puramente fisiológica y otra psicológica. La primera abarca todas las sensaciones físicas como la erección del pene, de los pezones femeninos o el erizamiento de la piel, mientras que el componente psicológico incorpora como protagonista a las fantasías, pensamientos e imágenes eróticas, conscientes o inconscientes. Las fantasías suscitan, alimentan y orientan estos cambios para que el cuerpo reaccione con esos incomparables espasmos musculares llamados orgasmos.

En España, donde se realizan este tipo de estudios con frecuencia, se ha detectado que el 80% de ellos reconoce que tiene fantasías sexuales, con una porción mayor para los hombres. Sin duda, un potente afrodisíaco que no se debe desdeñar.

¿Qué pasa cuando nos excitamos?

Cuando nuestro cuerpo reacciona ante un estímulo erótico, se produce una respuesta sexual. Es decir, la sangre afluye en mayor cantidad hacia los órganos genitales y la tensión muscular aumenta de forma generalizada. Ambos procesos terminan generalmente en el orgasmo.

La reacción es expresada en cada individuo de manera especial. Algunos con jadeos ruidosos y otros con murmullos o en silencio; con miradas fijas o con los ojos cerrados, siempre con la misma postura o con una nueva acrobacia en cada ocasión; unos deciden relatar sus sensaciones y otros preguntan o están atentos a los signos corporales que delatan la intensidad de la respuesta en el otro.

Fisiológicamente hablando, la respuesta es la misma tanto en hombres como mujeres: en términos básicos se trata de un vaso congestión y la miotonía. El vaso congestión no es otra cosa que el flujo masivo de sangre a los vasos de las zonas genitales, provocando un aumento en el tamaño y una variación en el color de los tejidos afectados. En cambio, la miotonía es el aumento de la tensión muscular. A medida que la excitación se acelera aumenta el vaso congestión y la miotonía, que llegan a su punto máximo cuando se alcanza el orgasmo. Después de los espasmos orgásmicos, los vasos sanguíneos se vacían y los músculos se relajan hasta volver a su forma inicial.

En ellos notaremos la más inmediata y evidente de las señales de excitación, la erección. Los tejidos esponjosos de su órgano genital se llenan de sangre, aumenta el tamaño y la rigidez del pene.

A simple vista, podemos apreciar la elevación de los testículos, provocada por un aumento en el grosor y la tensión de la piel del escroto. Es por esta razón que los testículos quedan mas elevados y se hacen más grandes. En algunos casos pueden aumentar hasta un 50% de su volumen en reposo.

En el área menos perceptible a nuestros ojos en esta etapa de excitación podemos contar la erección de los pezones, el oscurecimiento del color de los genitales o el aumento de la temperatura corporal.

En ellas la excitación se manifiesta con la segregación de un líquido viscoso que actúa de lubricante vaginal natural que sabiamente permite que el coito se realice con suavidad.

La sangre fluye hacia los genitales y hace que los labios menores se oscurezcan y aumenten de tamaño. En cambio, los labios mayores se aplanan, se abren y quedan menos visibles. El orificio vaginal se ensancha, mientras que la parte posterior se hincha. El útero se eleva, estirando la vagina y haciéndola un poco más larga.

Todos estos signos son menos evidentes a simple vista, pero el proceso es similar. A una hembra excitada el clítoris se le pone duro, aumenta de tamaño y se desplaza bajo el prepucio hasta hacerse visible.

Algunas mujeres experimentan también una erección en sus pezones, así como un ligero aumento en el volumen de los pechos.

Metodológicamente, los médicos han identificado cuatro fases en la reacción sexual: excitación, meseta, orgasmo y resolución, las que sólo cumplen el objetivo de facilitar su estudio porque en la práctica todo ocurre en un vertiginoso continuo ¿o no?

[Fuente: lanacion.cl]



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